Se nos escapan infinidad de detalles y experiencias detrás de cada partido que se disputa a lo largo del fin de semana.
¿Toda la atención de un partido la adquiere el resultado final? Cada semana aparecen clasificaciones actualizadas donde los números definen los equipos campeones y los menos campeones, los ganadores y aquellos que acumulan mayores derrotas.
No menos cierto es que detrás de cada partido hay una multitud de ilusiones en niños que aman el deporte. Y ¿Cómo se entrena la ilusión? No es necesario. La lleva impresa en su camiseta de juego, la cuestión es no frustrar su deseo de divertirse, ser partícipe y sentirse útil.
¿Entrenamos para ganar? Entrenamos más bien para jugar, para que tomen decisiones, para que mejoren, se relacionen, para darle valor a la realización de actividad física, para que experimenten, se liberen, para protegerlos de malos hábitos saludables para que compitan y sientan la derrota y la victoria y por qué no, nos dediquen un gol.
¿El éxito se consigue sólo con talento? Naturalmente que no. Qué importante es educar en la constancia y perseverancia, la realización del trabajo de forma eficaz, la responsabilidad, la organización, la mejora buscando la excelencia, mantener el deseo y la ilusión para volver a entrenar.
Todos los niños aman el fútbol, todos se consideran hábiles para rematar a gol, todos quieren aportar y jugar, todos quieren celebrar. No rompamos los adultos, la relación niño-fútbol.
El paso del tiempo nos hace olvidar estadísticas, clasificaciones y demás números, teniendo el valor de un mero número. El jugador dejará de ser un niño para convertirse en un hombre de bien que guardará en su retina las experiencias positivas y menos positivas. Hagamos mejores deportistas, con capacidad de decisión, que sepan enfrentarse a adversidades, con un alto grado de responsabilidad, capaces de gestionar las emociones y que tengan un alto grado de respeto por los demás.
El resultado nos limita, nos atenaza y a veces nos pueden convertir en algo “bobos”. Si ganamos somos lo más parecido a Superman, en la derrota todos son culpables menos yo.
El juego es tan bonito y generoso que siempre nos brinda una oportunidad, para ganar, perder o sencillamente jugar.
La pelota no parar de rodar, depende de nosotros el sentido que demos a este maravilloso deporte.